Inicio Actualidad Mar Puig – Cinco Hocicos: Atención conductor: Animales silvestres con preferencia

Mar Puig – Cinco Hocicos: Atención conductor: Animales silvestres con preferencia

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Toda acción del ser humano tiene repercusión en el entorno que se puede ver afectado para bien o para mal. La mayoría de las veces nos cuesta tener en cuenta cómo repercuten nuestras acciones en los seres vivos que habitan el espacio intervenido, simplemente no caemos en la cuenta y, sin embargo, a veces con pequeños detalles garantizamos una mejor acción, con un impacto mucho menor.

La declaración del Estado de Alarma y consiguiente confinamiento de toda la población no ha pasado desapercibida en ningún rincón del planeta.

Hemos podido ver escenas insólitas protagonizadas por animales; pavos reales por las calles de Madrid, cerdos vietnamitas por las de Barcelona y más allá de nuestras fronteras los patos han paseado por las avenidas parisinas, un puma callejeando Chile o ciervos en Japón y esto son sólo unos pocos ejemplos. Imágenes grandiosas que realmente nos deberían hacer reflexionar hasta qué punto invadimos sus espacios privándolos a ellos de su total libertad y a nosotros de poder disfrutar observando la grandeza de muchas de las especies.

 San Vicente no se queda corto, somos un municipio con una gran variedad de fauna silvestre y tenemos la suerte de que, con tanta extensión rural, no tenemos que andar mucho para poder disfrutarla. Justo después de que todas y todos nos tuviéramos que quedar en casa, en el núcleo urbano ya se apreciaba la tranquilidad con la que los gatos de las colonias silvestres se lucían tumbados en sitios donde sería imposible verlos con nosotras y nosotros en plena actividad. Pero también pudimos ver otras especies disfrutar de las calles del municipio, gorriones, ardillas, tórtolas, mirlos y conforme nos alejamos de la urbe por la antigua carretera de Castalla, una pareja de mochuelos de cacería en plena carretera. Zorros adentrándose en el campo al escuchar el ruido del coche, hasta un Búho Real se dejó ver en nuestra ausencia. Cuántas más no ocuparían a sus anchas las calles normalmente asediadas por humanos.

Seguro que las sanvicenteras y sanvicenteros que estos días han tenido la posibilidad de pasear por las afueras del pueblo han podido disfrutar de la gran variedad de aves que sobrevuelan nuestras cabezas; picarazas, abubillas, verderoles, vencejos…  o se habrán cruzado con algún erizo por el camino.

Los deportistas que han podido visitar la zona más norte del municipio igual se han cruzado con alguna serpiente escalera, bastarda o de herradura, un despistado lagarto ocelado o algo más voluminoso como lo es el jabalí.

Pero nuestra situación excepcional de confinamiento no sólo ha servido para su esparcimiento, cada cambio en la desescalada vuelve a afectarles a ellos, podríamos decir que los animales silvestres están viviendo una desescalada paralela pero condicionada a la a la nuestra.

El dicho: “La primavera la sangre altera” no es en vano ya que la mayoría de las especies es en esta época del año cuando comienzan con los cortejos, la preparación del nido y el nacimiento de las crías. Este año ha coincidido con nuestro encierro así que podríamos decir que a todos estos jovenzuelos de distintas especies les ha pasado como a los niños y las niñas del municipio, que se han saltado la tercera evaluación, sólo que en el caso de los animales puede tener unas consecuencias nefastas conforme vayamos aumentando la movilidad en el municipio.

En su proceso de aprendizaje no les ha sido posible aprender a esquivar a los coches a las personas o al resto de peligros que a un ritmo normal sus progenitores les enseñarían.

Esto significa que, si antes cuando íbamos en el coche y nos encontrábamos una tórtola en la carretera, contábamos con que ésta saldría volando mucho antes de que llegáramos con el auto, ahora no. Ahora es mucho más frecuente encontrarnos con un grupo de tórtolas en medio de la carretera que no se apartan con la presencia del vehículo. Si acaso, en el último momento. Lo mismo pasa con gatos, erizos, gorriones y hasta los pequeños gazapos. Ahora dependen mucho más de nuestra empatía y nuestro respeto. Es importante que estemos atentas y atentos al volante y aminorar la velocidad hasta garantizar que, si no se retiran del camino, nos dé tiempo a frenar con seguridad para ellos y para nosotros.

Un buen susto nos podemos llevar también al volante con los vuelos demasiado bajos de los gorriones que, si de normal nos exhiben verdaderas piruetas en el aire para esquivar las rejillas del radiador del vehículo, ahora vuelan en línea recta a la altura de la luna delantera sin percatarse del peligro o sin saber en qué momento lo han evitado.  Tengamos paciencia si una indecisa cría de erizo está cruzando el camino porque al igual que el gato en el último momento puede cambiar el sentido echando a correr por donde habían venido. Lo ideal, para el vehículo a una distancia prudente, poner las luces de emergencia y disfruta del momento hasta que lo hayas perdido de vista.

Lo mismo para los viandantes, son silvestres, no nos necesitan, no intentes interactuar con ellos, simplemente déjalos pasar.

 Aunque seguramente esta actitud confiada no tarde en desvanecerse conforme todo se vaya activando, esta es una oportunidad para que, en una intervención humana, sí que se tenga en cuenta las excepcionales necesidades del resto de especies con las que cohabitamos.

La fauna silvestre juega un papel muy importante para nosotros, aunque el simple hecho de estar vivos debería ser motivo más que suficiente para considerarlo, no está de más que sepamos porque necesitamos de su presencia, porque, aunque escape a toda razón, hasta las moscas son necesarias para nuestra supervivencia. Esos desconocidos que pueblan el cielo, los campos, las charcas y balsas son unos excelentes controladores de plagas. Los mosquitos, los roedores, las arañas, escolopendras, las propias moscas serían tan abundantes que el entorno sería inhabitable si no fuera por ellos y lo hacen de una manera amable, sin químicos, sin máquinas, sin deterioramiento de habitats. Si, si…. claro que sigue habiendo ratas y mosquitos y moscas porque los animales consiguen eso, el equilibrio, no el exterminio. Pero todos y cada uno de ellos sin saberlo contribuyen a que San Vicente del Raspeig sea lo que es, y que aún “Sequet”, podamos encontrar espacios maravillosos de los que disfrutar y a los que cuidar.

Durante esta crisis estamos aprendiendo a valorar cosas, conceptos, colectivos, situaciones que antes no sentíamos tan importantes, pero, sin lugar a dudas, han marcado un punto de inflexión. Que no tenga que pasar otra desgracia para que valoremos la vida de los animales y cuidemos a los de nuestro entorno de la manera más respetuosa posible: influyendo en ellos lo mínimo posible, dejándoles ser.

Y para terminar y por no dejar a nadie dándole vueltas a qué pueden hacer las moscas por nosotros aparte de fastidiar la siesta veraniega, decir en su favor que, aunque no todo es bueno, lo bueno es imprescindible: Son polinizadoras, sin ellas no tendríamos chocolate, por ejemplo. Necesarias para la descomposición de cadáveres que convertirían el espacio en inhabitable, se encargan de la limpieza de residuos biológicos, hasta contribuyen a la limpieza del limo de las cañerías.  Se alían con los equipos de investigación en la aparición de algún cadáver para determinar el tiempo que lleva fallecido, estos son algunos ejemplos.

Hay reconocidas 160.000 especies y actualmente por cada persona en el planeta hay 17 millones de moscas. No son pocas, pero la cosa puede empeorar, se estima que, si seguimos acabando con las especies, encargadas del equilibrio del ecosistema, la población de moscas puede aumentar hasta en un 244 por cien en 2080.

Por eso y por millones de cosas más es importante que sepamos, que difundamos, que informemos de lo necesario que es tener en cuenta la peculiar situación de los ejemplares más jóvenes de las especies silvestres nacidas durante nuestro confinamiento.

Y ya que cogemos esa costumbre, aunque su confianza se desvanezca, que no lo haga nuestro respeto por ellas.