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Tribuna de Fernando Riera: “El PP se desangra”

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Hemos asistido, en los últimos meses, a sonadas dimisiones de concejales en el Grupo del PP en el Ayuntamiento de San Vicente del Raspeig, como si de un juego de dominó se tratara, cayendo una pieza tras otra sin remedio, y todo a raíz de la imposición, por parte de su Dirección Regional, de un candidato llamado Óscar Lillo.

Es posible que a los vecinos y vecinas de San Vicente les haya pasado desapercibido que esta es, sin duda, la evidencia de una realidad: El Partido Popular en San Vicente está roto, desquebrajado y sangra por sus heridas.

Óscar Lillo se proclama heredero y legítimo sucesor de la obra de Luisa Pastor. Se le llena la boca y a modo de mantra, lo pregona en redes sociales, en encuentros callejeros, en tertulias de bares, como si por repetirlo más veces lo convirtiera en realidad.  Pero lo cierto es que, los principales actores de aquella etapa, ya están fuera del proyecto del señor Lillo y progresivamente han ido abandonando su acta de concejal.

Desde el más absoluto respeto a su figura, Luisa Pastor, que en paz descanse, dimitió por causas más que justificadas, pero a la suya, le siguieron  otras dimisiones que, amparándose en ese cajón de sastre de los “motivos personales”, evidencian una histórica ruptura política y de proyecto del PP.

Empezamos por Manuel Marco, que abandonó el grupo municipal y se volvió a su plaza de funcionario porque ya no gobernaba. Le siguió Antonio Carbonell, una persona crucial en el último mandato de Luisa Pastor. Su dimisión fue la clave de que el proyecto de Luisa Pastor empezaba a dejar de tener sentido para el futuro del PP. Después fue el turno de José Rafael Pascual, Pachi, el hombre de Luisa Pastor, que ahora ingresa en el partido vecino Ciudadanos, poniendo de manifiesto, más si cabe, que los motivos personales justifican un abandono del que fuera su partido, el PP, pero no de la vida política. Y por último, la pasada semana, Mariela Torregrosa, presentó su dimisión, sin olvidarnos de que Mercedes Torregrosa, hiciera lo propio como portavoz.

Y todo por la imposición de un candidato, Óscar Lillo, algo que no hace más que reforzar la falta de democracia interna y de consenso del Partido Popular, por mucho que de cara a la galería, intenten maquillarlo.

Visto lo visto, lo que está claro es que Óscar Lillo no representa, por mucho que lo repita una y otra vez, el espíritu de lo que en su día fue la gestión de Luisa Pastor, sino más bien todo lo contrario. Ha laminado cualquier tipo de puente con la gestión anterior y tiene el dudoso honor, de haber sido el causante de la desbandada de concejales del Ayuntamiento, incluso a otros partidos. El PP de San Vicente del Raspeig se desangra y esa es siempre una muerte lenta y agónica, y a falta de líder, porque no lo tienen, mucho me temo que asistiremos a más noticias que tal vez ya ni nos sorprendan.